domingo, 25 de junio de 2006

Propuesta de viaje

Construimos la realidad a partir de variados elementos que encontramos en nuestro camino hacia la muerte, y ese camino es el único que no perdemos de vista: las señales van apareciendo constantemente y éstas nos advierten de nuestra efímera residencia en la tierra. Se trata –la construcción de la realidad— de un ejercicio en el que todo se pone en juego: la memoria acude a nuestro auxilio para dar testimonio de lo que somos y de lo que fuimos y de lo que vamos siendo mientras. En el camino andado va desapareciendo aquello con lo que nos identificábamos –el paisaje en el que permanecíamos durante un tiempo— y van apareciendo otras cosas, ajenas, que pueden o no incorporarse a nuestra experiencia.

Entre el lugar y más allá, de Eugenio Padorno (2005), supone una interrogación acerca de cómo se construye la realidad y cómo ella es compartida con el otro. Es decir, en el libro se habla de la "experiencia".

El poeta, que no ha dejado de interrogarse a lo largo de estos años, entreteje un relato que se extiende desde –entre— la fotografía que abre el libro –un fragmento de la realidad, la playa de Las Canteras hace, tal vez, cincuenta años— hasta –y— la fotografía de cierre –el poeta, en un momento de la niñez. El relato, hecho a partir de retazos, es una deriva en la que presenciamos una existencia auténtica –única— que percibimos en los memorables relatos de algunos grandes libros. En ellos se nos presentan cuadros únicos en los que se vivifican las palabras para ofrecernos algo más allá de su propio contenido. Las palabras cobran vida para desentrañar el ser que podemos percibir en estas páginas.

Advertimos, por tanto, en la escritura del texto de Padorno, como ha ido mostrando en estos últimos tiempos, una suerte de inventario en el que se han ido abandonado las razones del género literario –la poesía, la prosa— para únicamente ser. Se halla tan presente el tiempo en su escritura que se convierte en la razón de su ejercicio poético, que se nutre de la experiencia, de la reflexión filosófica y del ensayo.
Y este ejercicio poético nos "dice", como nos dicen las "cosas" que nos acompañaron durante algún tiempo, de lo oculto, de aquello que fuimos perdiendo y que tratamos de regresar hasta este tiempo en que tomamos conciencia del camino recorrido. El propio poeta lo señala: el poeta es un exiliado de la creación. De ese exilio, de la narración de ese exilio que supone el vivir, trata este libro. Pero el poeta, como el hombre, no sólo es exiliado de la creación, sino de la propia vida. El hombre es expulsado del paraíso que es la infancia y que procuramos reencontrar toda la vida. La relación que establecemos con las cosas durante la infancia tiene un carácter mágico, como la relación que establece el poeta con el mundo: los elementos de que se compone no sólo poseen un carácter esencial.

Entre el lugar y más allá seguido de un Excurso nos ofrece una definición del ser en la isla, que se nos ofrece cual Prometeo encadenado... con todo, sería ésta una simple lectura del libro. Y es que entramos, una vez más, en el juego de la propia vida. Y el poeta es el alquimista que trata de convertir las palabras en la propia vida; que ellas sean por sí mismas las cosas vividas. Cada objeto que aparece en el libro ofrece dos planos: el de la posibilidad de su existencia o el de la realidad de su existencia. En el juego de la vida, aparecen varios caminos, de las que tan sólo podremos escoger uno.

Leemos el paisaje –el paisaje es nuestra construcción— desde la sensibilidad que nos proporcionan el recuerdo de lo vivido, la cultura y la curiosidad de lo por vivir. Se trata de una interrogación permanente en el que se pone en juego la memoria. Y en la misma memoria están presentes todas las muertes, todas las vidas.



Eugenio Padorno: Entre el lugar y más allá, Anroart Ediciones, 2005. Colección Puerto Escondido

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