lunes, 6 de noviembre de 2006

Regresamos

Desde hace ya tres semanas, Matasombras sigue convocado a todos los amantes de la literatura. Una presentación de nuevos títulos de la editorial Baile del Sol; una charla sobre el cine canario amateur (yo prefiero aficionado, pero para cada palabro existe una explicación), que dio Boris San Juan y que contó con la proyección de varias películas, y un maratón de microrrelatos, en la que participaron Dolores Campos-Herrero, Luis León Barreto, Santiago Gil y Juan Carlos de Sancho, entre otros, dan fe de que estamos vivos.

Juan Carlos de Sancho, habitual de Matasombras, nos trae este lunes, a las 20.30 h., su visión sobre El Confital y sobre el proceso en el que se encuentra inmerso actualmente. Juan Carlos es autor de un libro sobre el tema con ilustraciones de Lucas de Saá (El Confital. Níngún pájaro vuela donde el aire no existe, Anroart, 2006).

1 comentario:

Anónimo dijo...

EL CONFITAL

Mi padre me hacía repetir una y otra vez: El Cielo está enladrillado ¿Quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador será. Y una y otra vez yo miraba al cielo sin entender la insistencia de mi padre. ¿Cómo podía creer que estuviera el Cielo enladrillado? ¿Quién iba a hacerlo? Si no había andamios tan altos, ¿de dónde sacarían la cantidad de ladrillos necesarios para cubrir el Cielo?
Con el tiempo comprendí que, con sus juegos, mi padre pretendía despertar mi lengua y lo hizo; también mi imaginación.
Hoy no voy a repetir el trabalenguas, no vaya a ser que el tiempo le afecte como a las
novelas fantásticas de Julio Verne, y tampoco es cuestión de andar dando ideas.

Anoche, Matasombras llevó al Cuasquías a Juan Carlos de Sancho con su libro “El Confital. Ningún pájaro vuela donde el aire no existe”. El nutrido grupo de artistas canarios que de Sancho reúne en el Istmo alrededor de una hoguera, acompañado por los excelentes dibujos de Lucas de Saá, llenaron la sala de esa influencia telúrica que debiera ser infranqueable por aquellos que, como dice de Sancho, “quieren tapiarnos la mirada.”
Mientras la velada terminaba con una hermosa proyección, los asistentes nos unimos en una silenciosa resistencia que no dejará entrar a la nostalgia.

Ya de vuelta a casa, caminando despacio por Triana, las palabras de mi padre regresaron a mi mente de manera involuntaria, pero el tiempo, cual transcriptor infame, había deformado el trabalenguas: El Confital será enladrillado ¿Quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador será.