Creo -firmemente- que nos pasamos la vida encontrándonos con muchas personas que pasan. Los encuentros son, en ocasiones, fructíferos y nos dejan muchas cosas buenas. Somos como tierra fértil en espera de la lluvia que haga brotar todo lo que tenemos dentro. Lola Campos-Herrero pasó por Matasombras y, desde el primer momento, sólo nos trajo -como decía la canción- cosas buenas.
Lola, lo confieso, en ocasiones parecía que tenía mucha prisa, como si el tiempo se le agotara. Y así escribía constantemente, sin pausa y, a veces, sin pararse a corregir. Era lógico. No sabía cuánto iba a durar. Sólo ahora muchos comprendemos el porqué de aquella prisa. A nosotros nos toca que todas esas cosas buenas sigan estando presentes.
Tal vez nos la volvamos a encontrar muy pronto en el patio de Matasombras. Allí la esperamos.
lunes, 22 de octubre de 2007
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